sábado, 19 de septiembre de 2009

0 comentarios 9/19/2009

Parto en casa: Ina May Gaskin visita Argentina

Escrito por Viviana - Categoria ,
La partera que revolucionó los nacimientos en el siglo XX, Ina May Gaskin, en la comunidad de La Granja, en Tennessee, Estados Unidos, visitó la Argentina y resaltó que las mujeres deben ser tratadas como diosas en el momento de parir, pero que no sólo en los partos en el hogar se puede llegar a nacimientos plenos. También incentivó a que las madres eviten la culpa y que la maternidad ofrece muchas oportunidades para conectarse con los hijos. Tiene 69 años, atendió 1200 partos en los que no murió ninguna mujer y sólo tuvo que recurrir en el 1 por ciento de los casos a cesáreas. Una historia de vida de una mujer que se dedicó a traer vidas.

Ina May Gaskin es la pionera en realizar partos en el hogar, en un lugar conocido como La Granja, en Tennessee, Estados Unidos, un icono de una comunidad sesentista que no pasó de moda y fue más allá del símbolo de la paz, pisoteado por los años. Ella se convirtió en esa década de nuevas búsquedas en partera (cuando conoció a Stephen, su actual marido, en 1968, después de su primer, y traumático parto, y él le enseñó cómo no tener miedo y ayudar a la gente a relajarse). Después, ella quiso aprender con Stephen a amarse para toda la vida y perduró no sólo en el amor: también, como partera profesional.

Pero ella no es una neohippie reivindicada, es, genuinamente, quien cambió el mundo de los nacimientos. Por eso, después de atender 1200 partos domiciliarios, a los 69 años, se convirtió en una experta en cómo ayudar, alentar y animar a las mujeres que dan a luz. Ella dice que, a pesar de sus arrugas y sus años, sigue ayudando a alumbrar porque la adrenalina es tan fuerte como una droga ilegal. Lo dice y se ríe. Lo dice y acaricia a Ulises Uriel, que tan sólo tiene 18 días y nació precoz, pero se acurruca entre sus brazos y se enlaza con los dedos amorosos y marcados por el tiempo y la vida de Ina. Ella contiene sus brazos para que Ulises sepa que sigue abrazado y abrigado como en la panza y desliza sus dedos –adornados con un anillo azul eléctrico que también marca sus ganas de color y coraje– para que el recién llegado sienta que hay aires de amor que acunan su sueño. Y, sienta o no la cuna de una de las parteras más revolucionarias del siglo XX, él concilia el sueño mientras Ina habla con Las 12.

Pero la sabiduría de Ina no se muestra sólo en ser una de las primeras mujeres que pusieron el cuerpo en hacer que el cuerpo de las mujeres (y no la palabra de los/las médicos) vuelva a ser protagonista de los nacimientos. La experiencia volcada en su dulzura y reflexión serena (que no suena radicalizada, sino amparadora de quien la escucha) también se demuestran en su flexibilidad, que aleja prejuicios y culpas: ella apunta a que los varones participen del nacimiento, a no hacer sentir en falta a las mujeres que no se animan a un parto domiciliario aunque compartan su filosofía y a que la actitud frente a la maternidad –si bien cree que está marcada por el momento inicial de la llegada al mundo– puede afrontarse con una mejor energía en cualquier momento de la vida.

Ina May Gaskin fue la presidenta de la Asociación de Parteras de Norteamérica y su apellido es el emblema de una técnica que descubrió en su trabajo –casi artesanal de alentar a las mujeres a resoplar sus fuerzas cuando la debilidad, el cansancio y el dolor fatigan la autoestima para continuar con el trabajo de parto– que se conoce como la “maniobra Gaskin” para resolver una mala posición en los hombros de los bebés.

Es la autora del libro Partería Espiritual (la naturaleza del nacimiento, entre el amor y la ciencia (publicado en la Argentina por Mujer Sabias Editoras) que recopila toda su experiencia de vida de traer vidas. También realizó su Guía para el parto. Y sigue escribiendo –ahora, por ejemplo, sobre la lactancia– y sigue acariciando, callando y pujando sus palabras para alentar a las mujeres a parir y a criar con amor y fuerza, como una antigua hechizera y una moderna experta que sabe acariciar –como a Ulises, el bebé que acaba de parir la partera argentina Marina Lembo– y que de eso enseña y de eso sigue aprendiendo. Ina visitó, por primera vez, la Argentina, invitada por el Proyecto Escuela de Parteras Comunitarias del siglo XXI (que motorizan la doula y comunicadora Sonia Cavia y la partera Marina Lembo con otras 32 mujeres más) y contó su historia de vida, brindándose, como en sus partos y como en su vida, a dar vidas.

¿Sólo puede haber partos plenos y disfrutables en las casas, granjas o lugares alternativos o también pueden existir partos dignos y lindos en un hospital porque una mujer no se anima o no puede tener a su bebé en su casa?

Ina May Gaskin: –Es posible tener un buen parto en un hospital, pero tiene que haber gente muy sensible para poder asistir a las mujeres. El más mínimo detalle puede hacer perder toda la energía que se mueve en el nacimiento.

¿La atención de los sanatorios privados es más cuidada y la de los hospitales públicos es más brutal o no hay diferencias entre la atención sanitaria paga y gratuita?

Ina: –El resultado es el mismo: la madre es disminuida. Es una falsa distinción entre lo público y lo privado. Las mujeres son disminuidas de la misma manera en ambos sitios.

Se está empezando a escuchar a mujeres que sienten culpa de no tener a sus bebés en sus casas. ¿Cómo hacer para promover los partos humanizados sin que las mujeres que no se animan o no pueden –por riesgos en su salud, porque su marido no las apoya, porque no tienen medios económicos, porque tienen miedo, etc.– no se sientan culpables?

Ina: –Es verdad que estos discursos, a veces, provocan una división en las mujeres que se sienten de un lado o del otro. Pero los partos domiciliarios pueden llegar a un 5 por ciento del total de los nacimientos que es una porción muy pequeña del total de alumbramientos. Pero es importante poder contar lo que sucede en estos partos: que las mujeres pueden vivir una experiencia linda y gozosa y que el bebé puede nacer en buenas condiciones. Es muy precioso eso que ocurre aunque sea sólo en el 5 por ciento de los casos. Y lo ideal es que eso se disemine. Es importante recordar esa energía intangible y que es muy fácil que sea ignorada. Sin embargo, no es una característica necesaria que se produzca sólo en los partos domiciliarios. En realidad, en el hospital se podría tener partos con conciencia de esa energía. Pero sólo con esa conciencia se puede generar un cambio.

Hoy se habla mucho del embarazo y el parto. ¿Pero cómo se aplica esta filosofía de maternidad a lo largo de la crianza de los hijos e incluso cuando crecen y son jóvenes o adultos/as?

–Mi hijo Pablo tiene 35 años y vive en Nueva York y yo lo sigo cuidando. Una cree que cuando cumplen 18 años se terminaron las responsabilidades, pero la maternidad sigue toda la vida.

La mayoría de las madres modernas sienten culpa: porque trabajan, porque no dieron la teta, porque no van todas las tardes al jardín de infantes o no pueden comprar una play station. ¿Qué se hace con esa culpa impuesta por la sociedad pero sentida por las mujeres?

–También es bueno practicar el perdón a una misma. Hay que ser compasiva con una como madre. Nunca se habla del padre perfecto, pero sí de la madre perfecta (risas).

¿Cuál fue su experiencia como madre? ¿Ha sentido culpa?

–Con mi primera hija, Sidney, que se murió a los 20 años, de cáncer de cerebro, viví una experiencia difícil. Cuando nació ella, yo tenía 26 años y era muy inocente e ignorante. En ese momento, se hacían fórceps de rutina. Y yo ni siquiera sabía que podía buscar otro obstetra. Tuve mi primer parto con fórceps y fui muy abusada. Mi estrategia fue quedarme callada para pasar inadvertida. El trabajo de parto fue lindo y me pude convertir en un animal pariendo. Pero cuando sentí necesidad de pujar me dieron anestesia que no era peridural y sí muy peligrosa. Ahí entré en una situación de tortura medieval y cuando nace mi hija nos separan por un día entero. Eso dejó una herida muy grande en mi relación con esta hija. Pero yo me podría haber dejado quebrar por esta herida y porque no pude ser una buena madre con ella. Reparé con mis otros tres hijos: Eva María, de 37 años; Pablo, de 35, y Samuel, de 34. Pero durante su enfermedad –que le llevó un año entero– luché por Sidney: fui una fiera luchando por ella y mi hija pudo ver una madre diferente y recién, 19 años después, pude reparar ese proceso. Pude estar en el momento cuando murió mi hija y tenía la cara exactamente igual a la de un recién nacido.

¿Cómo fueron los partos de sus otros hijos? ¿Siente que la diferencia en el momento del nacimiento también la marcó de una manera distinta como madre?

–Mis otros hijos fueron directo a las manos de las parteras de la comunidad y seguro que me marcaron de una manera diferente. Cuando en La Granja decidimos hacernos cargos de los nacimientos y se formó una hermandad entre las mujeres que asistían tu parto te trataban como una diosa en el acto pleno de parir.

¿Cómo nace su pasión por ser partera?

–Cuando Sidney tenía un año y medio, mi ex pareja me dijo “Vamos a ser hippies y vamos a California a escuchar a un hombre llamado Stephen”. Ahí conocí a Stephen (que es mi actual marido) y a otras mujeres que habían pasado por la misma experiencia que yo del parto con fórceps y que habían decidido no ir más al hospital. Me pareció muy valiente y me propuse volver a recuperar la conciencia de que cada nacimiento tiene que ser sagrado.


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viernes, 11 de septiembre de 2009

0 comentarios 9/11/2009

Libro del Mes: "Besame mucho" Carlos González

Escrito por Viviana - Categoria ,


El libro no es nuevo, pero me gusta que las "nuevas mamás" estén al tanto.

El autor explica nada más empezar que se trata de un libro escrito en defensa de los niños. ¿Por qué lloran? ¿Por qué quieren estar en brazos? ¿Por qué no quieren dormir solos? A esas y a otras muchas preguntas se encuentra respuesta en sus páginas.

Está dirigido lógicamente a los padres que tienen niños pequeños, pero también para todos aquellos tratamos de conservar en nosotros algo de aquel niño que fuimos.
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0 comentarios 9/11/2009

Amor de madre: instinto, química o qué?

Escrito por Viviana -
Las madres quieren a sus hijos. Pero ¿por qué a veces resulta que ese absoluto no lo es tanto, como demuestra el fenómeno, universal y atemporal, de los abandonos? ¿De qué está hecho el vínculo madre-hijo? Los científicos le prestan cada vez más atención. Están averiguando cómo se establece, qué papel juega en el desarrollo y si deja huellas en el futuro adulto. Y ¿qué pasa con los padres? De fondo está el debate eterno de cuánto en nuestro comportamiento es biológico y cuánto cultural. La respuesta es: mucho más de lo que creemos -y esto vale para lo biológico y para lo cultural-.

El amor, ya se sabe, es pura química. O pura biología. Los neurobiólogos conocen ya varios ingredientes, como la hormona oxitocina y los opiáceos, que intervienen en lo que ellos llaman apego, y saben en qué áreas cerebrales actúan. Por ejemplo en los circuitos de recompensa, que nos hacen querer más de lo que nos da placer. La cosa es simple hasta el punto de que sin estas hormonas no hay amor. Ni amor materno, ni de pareja. El cóctel químico cambia más o menos en cada caso, pero siempre está ahí. La conducta humana, incluso en rasgos tan personales como la generosidad, la confianza o la capacidad de amar, depende de unas cuantas moléculas.

La mencionada oxitocina, en concreto, parece ser una auténtica bomba de emociones positivas. En los últimos años se ha demostrado su importancia en la sociedad y la familia, tanto en animales como en humanos. Hace tres años el grupo de Paul Zak, director del Centro para Estudios Neuroeconómicos, en California (EE UU), vio que si rociaba con oxitocina a varios voluntarios, éstos se volvían mucho más dispuestos a confiar su dinero a un extraño. Y funcionaba sólo entre personas, no cuando se trataba de invertir por ordenador. También es reciente el hallazgo de que el distinto comportamiento familiar de dos especies de roedores, por lo demás muy similares, se debe a la oxitocina y a otra hormona similar, la vasopresina. La especie que vive en llano crea relaciones monógamas largas para cuidar a las crías, mientras que en la de montaña hay mucha promiscuidad y los machos pasan de la prole. Las primeras tienen muchos más receptores de oxitocina y vasopresina que las de montaña.

Es decir, que “la oxitocina es el pegamento de la sociedad, tan simple y tan profundo”, ha declarado Zek, cuyo trabajo ha publicado Nature. Los opiáceos, por su parte, son los encargados de mantener la conducta y de hacernos en cierto modo adictos al afecto. Varios trabajos han demostrado que los ratones sin receptores de opiáceos no muestran preferencia por sus madres. Y al contrario, cuando a crías de rata sanas se las separa de sus madres son los opiáceos y la oxitocina lo que calma su ansiedad.

Pero, volviendo al vínculo materno-filial, ¿en qué momento producimos las personas más oxitocina? No es difícil adivinarlo: en el orgasmo, en las interacciones sociales placenteras y durante el parto y la lactancia. Así que el amor materno empieza a fraguarse muy pronto, a base de hormonas. No en vano la Organización Mundial de la Salud recomienda hoy que el recién nacido sano y su madre estén juntos -la observación del bebé “no justifica la separación”, dice la OMS-, y que la lactancia sea “inmediata, incluso antes de que la madre abandone la sala de partos”.

La mayoría admite hoy que hay un periodo sensible inmediatamente después del parto, en el que el recién nacido está tan receptivo al olfato y al tacto que, colocado sobre el cuerpo de su madre, puede llegar él solo al pezón y empezar a chupar. En cuanto a la madre, para ella el bebé es una máquina de producir sonidos, caricias y olores que disparan su neuroquímica del amor. Basta que el bebé chupe los pezones para que ella produzca oxitocina y prolactina. Y el pequeño no sólo busca comida. Harry Harlow -para muchos un torturador de animales- demostró en los sesenta que los bebés de mono prefieren madres falsas de cálido paño incapaces de alimentarlos a otras con biberón hechas de alambre.

“El recién nacido es un mamífero que necesita el contacto con la madre que lo acaba de parir. Tiene que sentir su olor, su tacto, escuchar su voz”, dice Gema Magdaleno, matrona del hospital La Paz, en Madrid. “Lo antinatural es separarles. La madre y el hijo son dos desconocidos que necesitan reconocerse, es algo muy animal. En ese primer momento comienza la impronta”. En La Paz están empezando a implantar el método piel con piel cuando el niño nace sin problemas: tras una inspección rápida el bebé sano es colocado desnudo junto a su madre y suben juntos a la habitación en la misma cama. “Las madres están mucho más satisfechas. Y en los recién nacidos hay síntomas físicos clarísimos: no lloran, respiran más tranquilos, buscan la mirada de su madre, tienen movimientos más armónicos y comienzan antes a mamar. Lo raro es que a estas alturas haya que explicar algo obvio”, dice Magdaleno.

No siempre fue tan obvio. Con la medicalización de los partos -que trajo un gran descenso en la mortalidad infantil- también se impuso el uso de nidos, y pareció olvidarse un comportamiento madre-hijo que millones de años de evolución han seleccionado para promover la supervivencia de una cría que nace muy inmadura. Ha habido que redescubrir la importancia del contacto para que métodos como el piel con piel se vayan imponiendo con mayor o menor rapidez.

En España parece que con menor. “En muchos hospitales españoles aún se tarda mucho en poner a los hijos con sus madres”, dice Ibone Olza, psiquiatra infantil del hospital Puerta de Hierro y miembro de la campaña Que no os separen (www.quenoosseparen.info) que promueve el piel con piel, también en prematuros.

El problema es más grave con los niños que no nacen sanos, y que quedan ingresados cuando “no han llegado aún a hilvanar los sentimientos padre-madre-hijo”, explica Carmen Pallás, jefa del Servicio de Neonatología del hospital 12 de Octubre. Sólo 8 de 83 unidades neonatales españolas dejan entrar libremente a los padres, dice Pallás: “La mayoría restringen las visitas de forma drástica, en algunos casos impidiendo cualquier tipo de contacto a lo largo de todo el ingreso. La relación padres-niño puede verse seriamente distorsionada en estos casos”. En el 12 de Octubre hay voluntarios, a menudo personal del propio hospital, que practican el piel con piel con bebés que, por distintos motivos, no pueden ser visitados por sus padres. Los beneficios de esta práctica se consideran probados.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando el vínculo no puede establecerse en el nacimiento? ¿Qué pasa en las cesáreas? ¿En los niños adoptados? “El momento en torno al parto es una oportunidad muy buena, pero lo bonito es que hay muchas más. Los padres de niños adoptados establecen vínculos muy intensos con sus hijos”, responde Olza. “Los niños tienen una plasticidad enorme. Incluso si traen secuelas, su capacidad de superación cuando tienen unos padres que los quieren es maravillosa”.

Eso que muchos niños con secuelas deben superar es la muesca cerebral de la indiferencia. Un estudio hace tres años descubrió que niños que habían pasado sus primeros años en orfanatos de la Rumania de Ceausescu respondían con menos oxitocina de lo normal a sus madres adoptivas. También se ha visto que los niños que no han podido establecer vínculo alguno con un cuidador tienen a menudo síntomas propios del autismo. Y es que hoy se sabe que la explosión bioquímica del apego moldea el cerebro y deja su firma en la vida adulta.

“En la última década el estudio del desarrollo del cerebro ha dado evidencias incuestionables sobre la importancia de los afectos y la formación del vínculo del recién nacido”, explicó la neurobióloga chilena Eugenia Moneta en una reciente charla en el hospital del Niño Jesús, en Madrid. “El desarrollo del cerebro depende de interacciones externas, en particular las relaciones de afecto con los cuidadores. Estos aspectos afectivos moldean las redes neuronales”. Pero esta experta recuerda también que, al margen de cuándo empiece, el apego se construye toda la vida.

Hasta aquí, el inmenso poder de la biología. Pero entonces, ¿por qué a veces falla? En la Comunidad de Madrid (CAM), cada año entre 30 y 40 madres dan sus bebés en adopción tras parirlos en hospitales -se llaman renuncias hospitalarias-. Y anualmente se dan unos tres abandonos en la calle, que se sepa. En la Comunidad Autónoma de Madrid dicen que estos datos no han variado en los últimos años. En Cataluña hubo 54 renuncias hospitalarias en 2007, 57 en 2006 y 43 en 2005; un bebé fue encontrado en la calle en ese periodo. Cada comunidad tiene sus datos. Y no parece que el fenómeno aumente sino más bien al contrario.

En cualquier caso el abandono no es algo nuevo, a pesar de que varias ciudades europeas han instalado buzones-bebé. La antropóloga estadounidense Sarah Blaffer Hrdy habla en El pasado, presente y futuro de la familia humana de miles de niños abandonados en instituciones de París en torno a 1780. Investigadores del Instituto de Economía y Geografía (IEG) del CSIC dicen que Madrid no era muy distinto. En 1812 entraron en la inclusa madrileña 1.800 niños abandonados, y murieron todos. “A lo largo del primer tercio del siglo XX esa cifra se mantuvo entre 1.300 y 1.500 niños cada año, de los que morían el 62%”, explica la doctoranda del Instituto de Economía y Geografía Bárbara Revuelta.

¿Qué pasó en esa época con el instinto maternal? Datos como los anteriores han hecho que muchos nieguen su existencia, y devuelvan el peso a la sociedad. “La maternidad entraña una decisión, no es exclusivamente biológica. Empieza con una aceptación, un deseo, de cuidar un niño”, ha dicho otra antropóloga, Nancy Scheper-Hughes, que estudió una localidad brasileña muy pobre donde las madres dejaban morir a algunos de sus hijos.

Antropólogos, trabajadores sociales e historiadores identifican elementos comunes en los abandonos: falta de recursos y, sobre todo, de apoyo del entorno social o familiar. ¿Va a resultar al final que el entorno social gana la partida a la biología? Blaffer Hrdy no se resigna a ello, y compara a los humanos con los tamarinos. En estos primates los machos son indispensables para cuidar la prole, hasta el punto de que cuando no están disponibles la madre puede abandonar las crías. Lo social, entonces, se integra en la biología: la madre sabe que si trata de cuidar sola a las crías ella misma morirá, algo fatal para la evolución, que no selecciona esa conducta.

Mónica Salomone, El País
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jueves, 10 de septiembre de 2009

1 comentarios 9/10/2009

Semana Internacional de la Crianza en Brazos

Escrito por Viviana - Categoria , ,
Blog de Mamas y Bebes

El lema escogido por Red Canguro para la celebración de la Semana Internacional de la Crianza en Brazos, para los paises de habla hispana que se celebrará desde el 21 al 28 de septiembre, para este año es: "Al Alcance de tus Besos" ó "Close Enough to Kiss".

No existe nada más dulce para una madre que el tener a un hijo en brazos, sentir su calor, su olor y estar en estrecho contacto. Tal vez por esa razón, y desde hace siglos, mujeres de todo el mundo han llevado a su hijos en los más variados tejidos, incorporando esta tradición a su propio legado cultural y transmitiendo por generaciones tan bella práctica.

Si quieres tener el logo de la Semana Internacional de la Crianza en Brazos, esta disponible en la sideBar de nuestro blog. Llevatelo !!!

Desde | Mamas Koala
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miércoles, 9 de septiembre de 2009

0 comentarios 9/09/2009

Redes de apoyo entre mujeres

Escrito por Viviana - Categoria
No me cabe ninguna duda que los seres humanos estamos diseñados para vivir en comunidad. En cambio la modalidad que impera en las grandes ciudades modernas, da prioridad a las familias nucleares, prefiriendo aún más a las familias constituidas por una sola persona. Este sistema suele generar buenos frutos económicos, al menos para unos pocos.

Por otra parte, la mayoría de las mujeres modernas hemos elegido terminar una carrera universitaria o lograr un buen puesto de trabajo, en lugar de tener una vida semejante a la de nuestras madres y abuelas.

Pero cuando –casualmente y contra todos los pronósticos- nace un niño, la soledad y el desconcierto para las madres es moneda corriente. Porque no hay comunidad que nos avale, nos sostenga, nos ampare, nos transmita sabiduría interior, o satisfaga cualquier necesidad, física o emocional.

Muchas de nosotras pretendemos atravesar la maternidad utilizando los mismos parámetros con los que estudiamos, trabajamos, tomamos decisiones, luchamos, nos hacemos valer, generamos dinero, elaboramos pensamientos o practicamos deportes. Confiamos en que la maternidad no podría ser más compleja que lidiar con cincuenta empleados a cargo todos los días. Sin embargo…solemos comprobar que se trata de otro nivel de complejidad.

La mayor dificultad consiste en “dejar el mundo real” para “ingresar en el mundo onírico” de la fusión mamá-bebé, y aunque cada una de nosotras reacciona en forma diferente durante el puerperio, sólo en la medida en que estemos bien sostenidas, estaremos en condiciones de sostener al bebé.

Hoy no tenemos aldea, ni comunidad ni tribu ni vecindad en muchos casos. A veces tampoco familia extendida. Pues bien, necesitamos crear apoyos modernos y solidarios. De lo contrario no es posible entrar en fusión con el bebé. No es posible amamantarlo, ni fundirse en sus necesidades permanentes.

Las mujeres tenemos que organizarnos. Una posibilidad es crear grupos de apoyo, o de encuentro, o grupos de crianza abiertos para que las madres encontremos compañía con nuestros hijos en brazos, comprensión de nuestros estados emocionales y aceptación de nuestras ambivalencias.

Otra figura que en la actualidad me parece fundamental es la “doula”. Hay “doulas” preparadas para acompañar a las parturientas y otras especialmente entrenadas para seguir el proceso puerperal. La “doula” interpreta la “experiencia interior” de cada madre, avalando todos los cambios invisibles, y traduciendo al lenguaje corriente la realidad del puerperio. No se trata de ayudar con el bebé, ni de ofrecer buenos consejos, sino de acompañar la zambullida al universo sutil e invisible del recién nacido. Su principal función es la de maternar a la madre para que entonces pueda maternar a su hijo.

Las “doulas” tienen una función para ejercer, nombrando cada sentimiento “absurdo”, desproporcionado o incomprensible de la madre reciente. Personalmente, espero que el oficio de “doula” ingrese en el inconsciente colectivo femenino. Que las mujeres “sepamos” durante y después de parir que merecemos naturalmente llamar y solicitar una “doula” a domicilio, para que nos abra las puertas a los Misterios de la Maternidad. Porque a partir de cada madre puérpera que se encuentra a sí misma, el mundo entero se encuentra. Cada “doula” que asiste a una puérpera, se sana a sí misma y sana a todas las mujeres. Cada palabra de apoyo, es una palabra de paz y de bienvenida al niño. Las “doulas” nos incitan a que confiemos en nuestras elecciones, decidiendo según nuestras más íntimas creencias. Ellas nos recuerdan que somos merecedoras de todos los cuidados, porque de ello depende el futuro.

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lunes, 7 de septiembre de 2009

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Niño bien portado, niño que se porta bien

Escrito por Viviana - Categoria
Al hablar sobre llevar a nuestros bebés en portabebés, podríamos casi repetir palabra por palabra lo que decimos sobre la lactancia materna:

Como la lactancia, llevar a nuestros hijos en portabebé ha asegurado desde los inicios de la humanidad la supervivencia física del recién nacido humano (el contacto permanente con la madre les proteje de los animales salvajes) a la vez que su desarrollo psíquico (este contacto permanente ha permitido el aprendizaje, la transmisión de conocimientos y por lo tanto, el surgimiento de la civilización).

Como la lactancia, llevar a nuestros hijos en brazos ha sufrido el descrédito de la época moderna. Hemos querido a toda costa transformar a los humanos, que eran “primates porteadores” (y portados), en “nidícolas” (quienes, como los pájaros, se desarrollan en un nido): Los bebés deben dormir “tranquilitos” en sus habitaciones aisladas, en sus camitas o cunas inmóviles.


Como en la lactancia, el hecho de llevar a nuestros hijos ha experimentado un resurgimiento a raíz de la “vuelta a lo natural” de los años 70. Así, lo que antes era considerado como una práctica de “subdesarrollados”, lo estamos volviendo a ver en nuestras calles con los “bebés canguros” sobre el vientre de su madre o su padre.

Pero, al igual que la lactancia prolongada, el llevar a nuestros hijos en portabebés de manera prolongada es infrecuente a nuestro alrededor: cuando el bebé tiene ya cierta edad o pesa algunos kilos, se encuentra generalmente yendo en carrito, a nivel de los tubos de escape.

Como la lactancia, llevar a los niños en brazos no es muy rentable comercialmente. Poniendo aparte la compra del portabebé (que por otro lado incluso podemos fabricar nosotros mismos), llevar a un bebé en brazos no cuesta nada, mientras que toda la puericultura moderna se esfuerza en persuadir a los padres primerizos de la necesidad de comprar todo un material costoso y voluminoso.

Como la lactancia, llevar a nuestros hijos en portabebés es un arte de imitación. Sólo hay que ver a una madre llevar a su bebé para tener ganas de hacer lo mismo, y para “cogerle el tranquillo”: saber enrollarse la tela, colocar al niño,… Y los niños que han sido llevados y/o que ven a sus madres llevar a un bebé, tienen ganas ellos también de llevar a sus muñecas o peluches en un portabebé más o menos improvisado (¡un trapo puede hacer perfectamente la misma función!).

Como la lactancia, llevar a nuestros hijos en portabebés es agradable para el bebé y para la madre (o el padre). Esto debería ser suficiente para justificarlo, pero como siempre, tenemos necesidad de argumentos científicos, y aunque los estudios científicos sean poco numerosos al respecto, vamos a dar una pequeña lista.

Los beneficios de llevar en portabebés

Lo más evidente, que llama nuestra atención (¡sin llamarnos a gritos!) es que los niños portados lloran menos que los otros niños. No tanto porque sus lloros sean calmados por el hecho de ser llevado en brazos (aunque esto también ocurre) sino porque no tienen necesidad de llorar: el contacto estrecho con el adulto hace que este último reconozca inmediatamente las necesidades del bebé y pueda satisfacerlas sin esperas.

Un estudio aparecido en la revista Pediatrics en 1996 confirmó esta evidencia: de cada 100 de niños observados, llevar en portabebé reducía los llantos y la agitación un 43% por el día, y un 51% durante la noche.

El portabebés facilita el vínculo padres/hijo. Una experiencia relatada en el Lancet en 1987 lo corrobora:

La experiencia consistió en la distribución de forma aleatoria a dos grupos de madres de medios desfavorecidos portabebés de tela o sillas de plástico, pidiéndoles que se sirvieran de ellos regularmente. A los 13 meses, se analizó la calidad del apego madre/hijo: El 83% de los niños llevados en portabebé mostraban un apego seguro, en contraste con el 38% de los niños en sillas de plástico.

El llevar a nuestros hijos en portabebés refuerza el sentimiento de competencia y de confianza en sí mismos de los padres, que saben que tienen un medio seguro para satisfacer las necesidades del bebé (particularmente importante en los casos de bebés con cólicos, o de bebés de alta demanda). Un medio que, por encima del mercado, les permite continuar realizando sus actividades diarias y atender las necesidades de otros niños. Los bebés llevados reciben mucho más estímulo que aquellos a los que dejamos solos durante horas en su habitación. Participan en todas las actividades del hogar, “a la misma altura que los demás”, todo ello con la seguridad del contacto con quien lo lleva. Esto permite un despertar armonioso en relación con la realidad, una verdadera implicación en el mundo en que vive y un desarrollo rico y sutil de todos los sentidos. (1)

El balanceo del portabebés estimula el sistema nervioso inmaduro del bebé (2) en particular el sistema vestibular (sentido del equilibrio). Los bebés que son llevados mucho tiempo desarrollan un buen tono muscular del cuello y del tronco, y una capacidad de adaptación a los cambios de posición. Tienen de media un desarrollo psicomotor más rápido y más armonioso, y a menudo, contrariamente a lo que pudiéramos pensar, caminan más pronto (esto es flagrante en el caso de los pequeños africanos).

El llevar a nuestros hijos de manera tradicional con las piernas bien separadas (por ejemplo, a horcajadas en la cadera) previene problemas de cadera. Sabemos que las culturas que llevan a sus niños de esta forma, casi no conocen la luxación de cadera.

Las ventajas de llevar a nuestros hijos son particularmente evidentes para los bebés prematuros (es de hecho en estos casos donde encontramos el mayor número de estudios). Para estos niños nacidos a una edad en la que deberían encontrarse todavía arropados en el útero, el portabebés, que algunos han denominado “útero con vistas” (”a womb with a view”), va a prolongar la gestación interrumpida demasiado pronto. Esta es la experiencia de los bebés canguros colombianos (3), retomada en algunos centros de neonatología europeos: el bebé, vestido únicamente con un pañal, es colocado en vertical piel con piel sobre el pecho de su madre o padre, de manera continua. Todos los estudios (4) han confirmado que los bebés tratados así tienen el sueño más profundo, lloran menos, conservan mejor sus energías, se facilita la lactancia y el vínculo padres/hijo, ganan peso más rápidamente y tienen menos infecciones.

¡¡¡ Hay formas y formas de llevar!!!

Pero no todos los portabebés son válidos. Es necesario advertir contra los portabebés estilo marsupio (5), donde el bebé queda “suspendido” con las piernas colgando, sin estar bien mantenido contra el cuerpo de quien lo lleva. Éstos acumulan los siguientes inconvenientes:

- Para el bebé: mientras que lo recomendable es que el bebé se mantenga desde el principio en flexión, como en la posición fetal, en estos modelos se encuentra en una posición peligrosa para su columna vertebral que compromete el buen desarrollo de las curvas vertebrales (sin hablar de los riesgos de caída);

- Para quien lo lleva: el peso del niño que recae únicamente sobre los hombros, tira del cuello, los hombros y los riñones del portador. Mientras que con un portabebé en el que el bebé está bien sostenido contra el cuerpo del adulto, el peso está mejor repartido, evitando los dolores de espalda.

Todos los otros portabebés tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Un modelo convendrá a una u otra parte, convendrá a una situación u otra. Muchos dicen que lo ideal es tener varios modelos y utilizarlos según las necesidades de la situación.

Si La Liga de la Leche de Francia se ha decidido a distribuir un portabebé (6) de estilo fular o bandolera, es precisamente porque este modelo, de muy fácil utilización, permite llevar tanto a un bebé como a un niño con una gran variedad de posiciones (tumbado, sentado delante, a horcajadas sobre la cadera… ) y permite además amamantar sin tener que sacar al bebé del portabebé.

Referencias:

(1) Cunningham N, Anisfield E, Casper V et Nozyce M, Infant carrying, breastfeeding and mother-infant relations, Lancet 1987, febrero, 14, p 379. “Niños portados, Lactancia materna y Relaciones Madre-Hijo”.

(2) Para más detalles, ver la hoja informativa de “Llevar a su bebe o como vivir en armonía con un niño pequeño”, Marie-France Morinaux. Solicitar a Leche Liga Internacional (Francia).

(3) Ver fundamentalmente la obra de N. Charpak, Z. de Calume et A. Hamel, “El Método canguro, Como las madres de los niños prematuros sustituyen a las incubadoras”, ESF, 1996.

(4) Por ejemplo: Current knowledge about skin-to-skin (kangaroo) care for preterm infants, Anderson GC, breastfeeding Review, 2/8 1993 364-73. “Conocimientos actuales sobre el piel con piel (Método canguro) en el cuidado de los recién nacidos prematuros”,

(5) Y son sin embargo los portabebés más comúnmente vendidos, aquellos que son muy perjudiciales para la espalda del porteador. NdT

(6) Bandolera en venta a través de la Leche Liga Internacional (Francia). La Liga de La Leche España también comercializa este tipo de bandoleras (NdT)

Creditos

(”Enfant bien porté, enfant bien portant”)

de Claude Didierjean-Jouveau. Traducido por Red Canguro. Imagen: Red Canguro.
Artículo publicado en Lactar hoy, Allaiter Aujourd’hui, n° 40 en Julio 1999.
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viernes, 4 de septiembre de 2009

1 comentarios 9/04/2009

Las madres insumisas

Escrito por Viviana - Categoria , , , ,
Aunque hay algunas cosas que no comparto, quise que leyeran esta opinion que encontre en la web.

En la frontera sutil que separa hembrismo y sumisión al patriarcado encontramos a las maravillosas “madres insumisas”.

Tal vez tenga más lazos con ellas que con cualquier otra tribu post-moderna. Sin embargo, ellas no me perdonarán nunca que reniegue de la “esencia femenina”. Qué se le va a hacer? No se puede ser amiga de todo el mundo.

Insumisas porque rescatan la maternidad como acto y como práctica susceptibles de revolucionar el ser, como oportunidad de recuperar el valor confiscado a la madre, a la mujer.

Insumisas porque denuncian los malentendidos que relegan la psiquis femenina a un segundo plano, el plano del “otro”.
El problema es que creen que haya una “psiquis femenina” esencial, ancestral, casi trascendental…

Cómo reconocer a una madre insumisa?


* Ha parido en casa (si lo ha hecho sin asistencia, mejor!)
* Ha amamantado por lo menos 1 año y medio… (mejor si 3 o 4 años, si ha amamantado durante el embarazo y a hijos de edades diferentes)
* Ha dejado de trabajar o a re-orientado su carrera apar estar más presente para sus hijos pero por elección personal.
* Colecha (duerme con sus hijos).
* Lleva a sus hijos en porta-bebé (badolera, foulard, mei-tai, ergo, …)

Soy una madre insumisa… pero también soy feminista.

Creo que lo que me salva de ser madre insumisa-hembrista es mi marido. El hecho de que comparta mi punto de vista permite que no sea solo yo quien asuma el compromiso que implica este estilo de crianza.

* Parí en casa, pero él supo respetar mis necesidades a cada momento
* Me ha ayudado con la lactancia
* Como trabaja menos que yo, asume la crianza proporcionalmente y en un estilo de apego que conviene a nuestra filosofía.
* Somos padres insumisos.

Podría darme el lujo de ser madre insumisa-féminista sin un hombre como él a mi lado?

Hubiese tenido hijos con otro hombre, que no sea capaz de aceptar este contrato?

Desde | Eco Humanist
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