martes, 31 de enero de 2012

4 comentarios 1/31/2012

Cancun: curso Psicoprofiláctico

Escrito por Viviana - Categoria , , ,
El Centro de Atención Psicológica Infantil y Familiar (CAPSIF) invita a todas las FUTURAS MAMITAS a la Plática Informativa de nuestro próximo

Curso Psicoprofiláctico:

“EL PLACER DE VERTE NACER”

Un nuevo y hermoso programa interactivo para disfrutar de tu embarazo, lograr un parto humanizado y darle la mejor bienvenida posible a tu bebé. Porque el Nacimiento es un momento sagrado para lograr una vinculación con Amor.

*Jueves 02 de Febrero a las 8:00pm*
Entrada gratuita
Impartida por: Yolanda Isela Landeros Manzano
Terapeuta, Educadora y Doula en Psicoprofiláxis Perinatal

Con tu asistencia obtendrás un 10% de descuento en el curso!

*Te agradecemos compartir la información con aquellas parejas que están esperando bebé*

Calle Mar #15 sm.4 mz. 12 entre Av. Tulum y Sayil. (A espaldas de la Agencia Cadillac)

capsifcancun@gmail.com cel. 9982142390 / 9988203835

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sábado, 21 de enero de 2012

0 comentarios 1/21/2012

Inicio de la alimentacion complementaria, por Carlos Gonzalez

Escrito por Viviana - Categoria , ,
En este video, el pediatra español Carlos Gonzalez, nos explica cuando iniciar la alimentacion complementaria.

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jueves, 20 de octubre de 2011

0 comentarios 10/20/2011

Carlos González habla sobre las vacunas

Escrito por Viviana - Categoria ,
Click en el título para acceder al video.

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viernes, 19 de agosto de 2011

0 comentarios 8/19/2011

Cargarlos en brazos es igual a malcriarlos?

Escrito por Viviana - Categoria
Alguno de nuestros padres pensaban que cargar a nuestros niños es “malcriarlos”, pero lo real es que según los estudios realizados por psicólogos y especialistas, al cargar a un niño y establecer contacto íntimo con él en sus primeras etapas, estamos formando un niño emocionalmente sano.
Se sabe de la importancia del contacto corporal ya que esto favorecerá el vínculo entre los padres y el bebé, definitivamente cuando sentimos el abrazo o el contacto afectivo con otra persona, nos sentimos realmente bien, especialmente cuando esta persona es cercana y muy querida por nosotros. En el caso de los bebés, esto se presenta pero con mayor intensidad, puesto que se encuentran en pleno desarrollo, están adquiriendo nuevas experiencias que serán la base para sus futuros aprendizajes y para la formación de su personalidad, entonces ¿qué necesitamos para que nuestros hijos crezcan felices y sanos emocionalmente? Principalmente que reciban todo el afecto, el amor y los cuidados que necesita y esto se demuestra con hechos, brindándole caricias, palabras de amor, diciéndole constantemente cuánto lo queremos, abrazándolo y también cargándolo.

¿Cuál es el beneficio de cargar a nuestro bebé?

Al cargar al bebé, estamos favoreciendo su desarrollo neuronal, ya que este contacto íntimo permitirá que el bebé descubra diferentes sensaciones, favoreciendo su desarrollo táctil.
Cargar al bebé y establecer el contacto piel a piel, permite fortalecer el vínculo entre el pequeño y su progenitor, pues necesitará apoyarse en alguien y establecer el apego que necesita. A través de la madre o la cuidadora el niño conoce el mundo, de la manera cómo percibe primero a ésta, percibirá su entorno.
Cuando el niño llora, se siente desprotegido, está pidiendo satisfacer alguna necesidad, puede sentir hambre, frio, estar estresado o simplemente quiere sentir el calor y la tranquilidad que le brindan los padres, cargarlo y brindarle cariño es básico para transmitirle toda la seguridad y el afecto que necesita, se sentirá querido y fortalecerá su autoestima.
Al estar el bebé en los brazos de la madre, éste escucha, siente de muy cerca los latidos del corazón de su madre y “recuerda” cuando estuvo en el vientre materno y se siente más tranquilo, por esta razón es que cuando nos sentimos ansiosos, de manera inconsciente, movemos alguna parte de nuestro cuerpo al ritmo de los latidos cardiacos, es la manera de canalizar nuestra ansiedad.
Favorece el desarrollo del equilibrio y el sistema vestibular al mantener al niño suspendido en el aire en los brazos de la madre y a través del balanceo. En estimulación temprana, esto es muy importante, puesto que para que el niño sea capaz de sentarse y caminar es necesario que sea capaz de mantenerse en equilibrio.

Algunas aclaraciones y recomendaciones:

Cargar al bebé es importante para su desarrollo emocional, especialmente en el primer año de vida, no es malcriarlo pues en esta etapa, el bebé necesita shttp://www.blogger.com/img/blank.gifentir la seguridad y el calor de los padres.

Como padres percibimos las señales de nuestro bebé, sentimos cuándo necesita afecto, cuando se siente incómodo, temeroso o angustiado, es allí cuando necesita todo nuestro apoyo, lo cual no debe confundirse, pues pasada esta etapa, luego del primer año, ya no será tan necesario que esté en los brazos de los padres, el niño ahora necesitará independizarse y poco a poco separarse de la madre pues tendrá mayor movimiento, comenzará a explorar los objetos e investigar lo que hay a su alrededor, ingresará al nido, compartirá más tiempo con otras personas, por ello la acción de cargarlo deberá disminuirse poco a poco y no tomarse como un hábito, ello no quiere decir que se le quitará el derecho de sentirse querido. Acariciarlo, abrazarlo y demostrarle amor, fortalece su autoestima y hará que sea una persona competente y feliz.

Cosas de la infancia
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martes, 19 de abril de 2011

1 comentarios 4/19/2011

Rebozo portabebé con anillas y sin costuras

Escrito por Viviana - Categoria , ,
Navegando en YouTube, encontré este video. Está en inglés, pero creo que aún así, es muy entendible.

Solo es cuestión de conseguir la tela, las argollas, probar y reaprobar antes de usarlo con tu bebé y... buen porteo !




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lunes, 27 de diciembre de 2010

0 comentarios 12/27/2010

Carlos Gonzalez: razones para SI vacunar a los niños

Escrito por Viviana - Categoria
LAS VACUNAS: COSAS QUE NO SON CIERTAS (DR. CARLOS GONZÁLEZ)

Vacunas: Cosas que se dicen y no son ciertas


Las vacunas protegen a los niños para toda la vida de enfermedades que pueden dejar graves secuelas o incluso causar la muerte. Desde hace un tiempo es relativamente fácil encontrar familias que no quieren vacunar a sus hijos. Habitualmente han leído información incompleta, exagerada o simplemente falsa en algunos libros y en ciertas páginas de internet.

En este artículo intentaremos desmentir algunos de esos mitos. Sólo algunos, porque los errores que dan vueltas por ahí son muchos, y desmentirlos todos con detalle requeriría un libro entero.

Hay enfermedades que casi han desaparecido en los países industrializados porque se vacuna a los niños. Pero podrían volver si se dejase de vacunar. Por eso los gobiernos siguen gastándose el dinero en vacunas. Si pudieran ahorrárselas, se las ahorrarían. En los países del Este, por ejemplo, disminuyó la tasa de vacunaciones con la caída del régimen comunista. En 1993 hubo en Rusia una epidemia de difteria, con 15.000 enfermos y 470 muertos.
Existen muchas vacunas, además de las que están en el calendario oficial de vacunación. No se administran todas, sino solo las más adecuadas a los riesgos de cada país. En España no nos vacunamos de la encefalitis japonesa (en Japón sí, por supuesto). La primera vacuna que se inventó fue la de la viruela. Resultó tan eficaz que se consiguió erradicar la enfermedad en todo el mundo. Hace décadas que no se vacuna de la viruela en ningún país del mundo, ya no es necesario. La viruela se pudo erradicar porque solo afecta al ser humano, y porque el virus no puede mantenerse vivo fuera de un individuo enfermo. Por desgracia, la mayoría de las enfermedades no cumplen estos requisitos; los microbios se pueden transmitir por animales, o permanecer durante años en el suelo, y por tanto jamás se podrán eliminar.

Las vacunas cuestan dinero, pero nos las ponen gratis. Es absurdo pensar que el gobierno va a gastar dinero en vacunas que no se consideran muy necesarias. Es lo que ocurre con la gripe: cada otoño se hace una campaña para que se vacunen los ancianos y algunos enfermos crónicos. ¿Por qué no vacunar a todo el mundo? ¿Es que los jóvenes no pueden tener la gripe? No, lo que ocurre es que un joven pasa la gripe en su casa, mientras que un anciano puede que necesite ingresar en el hospital. Al joven le convendría vacunarse, pero el gobierno no ve necesario regalarle la vacuna. A veces se oye decir que el sarampión es una enfermedad leve, que antes no se vacunaba y todos lo pasábamos. Es cierto, pero muchos morían. En la última epidemia de sarampión en Holanda (1999-2000) hubo casi 3.000 enfermos, algunos con complicaciones graves: 130 casos de neumonía, 5 casos de encefalitis (infección del cerebro) y 3 muertos.

Cada año mueren en el mundo más de 700.000 niños por el sarampión; incluso en Europa, entre niños bien nutridos, muere uno de cada 1.000 enfermos. El que los otros 999 sobrevivan no nos debe dar la impresión de que sea una enfermedad sin importancia.

En cualquier farmacia (y no digamos en una parafarmacia) podemos encontrar cientos de productos que no son útiles para mejorar la salud: cremas y productos de belleza, suplementos nutricionales, tónicos y reconstituyentes... Podemos comprarlos, si lo deseamos, pero ningún gobierno del mundo nos los va a regalar. UNICEF ha preparado un interesante documento, el Immunization summary, que contiene, entre otros datos, el calendario de vacunaciones y el porcentaje de niños vacunados en los distintos países del mundo (está publicado en internet). En este documento se observa que países como Cuba, Corea del Norte o la República Islámica de Irán tienen calendarios muy similares al nuestro y tasas de vacunación altísimas. ¿Estarán ellos también al servicio de los laboratorios farmacéuticos? Por cierto, Cuba es un importante exportador de vacunas, gracias al excelente trabajo científico del Instituto Finlay de La Habana.

La edad de vacunación depende del equilibrio entre dos factores. Si se ponen demasiado pronto, a veces no son efectivas, porque el sistema inmunitario del bebé todavía no responde (si no fuera por ese problema, se pondrían todas las vacunas al nacer, en el hospital, y asunto resuelto). Si se ponen demasiado tarde, aumenta el riesgo de que el niño enferme antes de vacunarlo. Por eso los países africanos suelen poner las vacunas un poco antes que los europeos, mientras que los países nórdicos (con un excelente sistema sanitario, para atajar cualquier posible brote) se permiten el lujo de empezar un mes más tarde e incluso de poner una dosis menos de la serie básica (difteria, tétanos, tosferina y polio). Pero, en general, mes arriba o mes abajo, el calendario vacunal de todos los países del mundo es muy similar. Cuando el riesgo de infección es mayor, es preciso adelantar las vacunas.

Un brote de sarampión en Barcelona obligó a adelantar temporalmente la vacuna triple vírica de los 15 a los 9 meses. En algunos sitios se puede leer que en Japón no vacunan a los niños hasta los dos años. Es falso. Tal como se muestra en la web de su Ministerio de Salud, los niños japoneses reciben antes del año dos dosis de polio oral y tres de difteria, tétanos y tosferina. Retrasar las vacunas o ponerlas después del año (o de los dos años) significa exponer al niño a un peligro de infección. Y las vacunas no son demasiado fuertes para bebés tan pequeños, y tampoco sobrecargan su sistema inmunitario ni nada por el estilo. En realidad, a las pocas horas de nacer un bebé ya está invadido por millones de microbios de cientos de especies distintas; las vacunas solo añaden unos pocos microbios más, y encima muertos (o medio muertos, en el caso de la triple vírica).

Normalmente no. En los últimos brotes de sarampión en Holanda y en Barcelona, que antes mencionamos, casi todos los afectados estaban sin vacunar. Pero en algún caso podría ocurrir que una parte importante, incluso la mayoría de los enfermos en una epidemia, estuvieran vacunados. Es muy fácil esgrimir ese dato como si fuera la prueba de que la vacuna es inútil, incluso peligrosa. Pero unos sencillos cálculos demuestran que no es así, ni mucho menos. Supongamos que, en cierto país, el 97% de los niños están vacunados, y supongamos que la cosa está repartida uniformemente. En cualquier pueblo, en cualquier barrio, en cualquier escuela, el 97% de los niños están vacunados.

Supongamos que la vacuna es completamente inútil. Hay una epidemia. Enferman miles de niños. ¿Cuántos de ellos estarán vacunados? ¡Pues el 97%, por supuesto! Por cada 3 enfermos sin vacunar, encontramos 97 enfermos vacunados. Si en vez de un 97% encontramos un 91% de enfermos vacunados, quiere decir que la vacuna ha sido eficaz. Y no hay que pensar que se trata de una pequeña reducción del 6%, no se calcula así. A los 9 enfermos sin vacunar, manteniendo la proporción 97:3, corresponderían 291 enfermos vacunados. Como en vez de 291 hay sólo 91, se han evitado 200 casos, y la reducción (la eficacia de la vacuna) es de casi el 69%. Una reducción así ya sería suficiente motivo para vacunar a los niños, pero, en realidad, la eficacia de las vacunas es muy superior.

¿Y si en la epidemia el 52% de los enfermos están vacunados? Por 48 casos sin vacunar hubiéramos esperado 1.552 enfermos vacunados; se han evitado 1.500 casos, y la eficacia de la vacuna supera el 96%. Muchísimos, pero todavía habrá quien diga: La vacuna no hace nada: ¡total, la mayoría de los enfermos estaban vacunados!. La ignorancia es atrevida.

Antes de usar masivamente cualquier vacuna se han hecho numerosos estudios durante décadas, en el laboratorio, en animales y en voluntarios adultos para comprobar su eficacia y su seguridad. Y antes de juntar una nueva vacuna con otras ya existentes, para administrarlas al mismo tiempo, se tienen que volver a hacer nuevos estudios, para demostrar que juntas son igual de eficaces y tienen tan pocos efectos secundarios como separadas.

Las vacunas se juntan por comodidad, por motivos económicos y ecológicos (las jeringuillas también cuestan dinero y contaminan), y sobre todo, por ahorrarle algunos pinchazos al niño.

Los efectos secundarios de las vacunas son bien conocidos, y nadie pretende ocultarlos. Sería completamente contrario a la costumbre habitual de los laboratorios farmacéuticos, que a veces parece que más que ocultar los efectos secundarios, los exageran. Leer el prospecto de cualquier simple analgésico, antibiótico o anticonceptivo casi da miedo.

http://www.vacunasaep.org
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sábado, 13 de noviembre de 2010

1 comentarios 11/13/2010

El puerperio, por Laura Gutman

Escrito por Viviana - Categoria ,
Vamos a considerar el puerperio como el período transitado entre el nacimiento del bebé y los dos primeros años, aunque emocionalmente haya una progresión evidente entre el caos de los primeros días -en medio de un llanto desesperado- y la capacidad de salir al mundo con un bebé a cuestas.

Para intentar sumergirnos en los vericuetos energéticos, emocionales y psicológicos del puerperio, creo necesario reconsiderar la duración real de este tránsito. Me refiero al hecho que los famosos 40 días estipulados -ya no sabemos por quién ni para quién- tienen que ver sólo con una histórica veda moral para salvar a la parturienta del reclamo sexual del varón. Pero ese tiempo cronológico no significa psicológicamente un comienzo ni un final de nada.

Mi intención –por la falta de un pensamiento genuino sobre el “sí mismo femenino” en la situación de parto, lactancia, crianza y maternaje en general- es desarrollar una reflexión sobre el puerperio basándonos en situaciones que a veces no son ni tan físicas, ni tan visibles, ni tan concretas, pero no por eso son menos reales. Vamos a hablar en definitiva de lo invisible, del submundo femenino, de lo oculto. De lo que está más allá de nuestro control, más allá de la razón para la mente lógica. Intentaremos acercarnos a la esencia del lugar donde no hay fronteras, donde comienza el terreno de lo místico, del misterio, de la inspiración y la superación del ego. Para hablar del puerperio, tendremos que inventar palabras, u otorgarles un significado trascendental.
Para quienes ya lo hemos transitado hace tiempo, nos da pereza volver a recordar ese sitio tan desprestigiado, con reminiscencias a tristeza, ahogo y desencanto. Recordar el puerperio equivale frecuentemente a reordenar las imágenes de un período confuso y sufriente, que engloba las ilusiones, el parto tal como fue y no como una hubiera querido que sea, dolores y soledades, angustias y desesperanzas, el fin de la inocencia y el inicio de algo que duele traer otra vez a la conciencia.
Para comenzar a armar el rompecabezas del puerperio, es indispensable tener en cuenta que el punto de partida es “el parto”, es decir, la primer gran “desestructuración emocional”. Como lo he descrito en el libro “La Maternidad y el encuentro con la propia sombra”, para que se produzca el parto necesitamos que el cuerpo físico de la madre se abra para dejar pasar el cuerpo del bebé permitiendo un cierto “rompimiento”. Este “rompimiento” corporal también se realiza en un plano más sutil, que corresponde a nuestra estructura emocional. Hay un “algo” que se quiebra, o que se “desestructura” para lograr el pasaje de “ser uno a ser dos”.
Es una pena que la mayoría de los partos los atravesemos con muy poca conciencia con respecto a este “rompimiento físico y emocional”. Ya que el parto es sobre todo un corte, un quiebre, una grieta, una apertura forzada, igual que la irrupción de un volcán que gime desde las entrañas y que al despedir sus partes profundas destruye necesariamente la aparente solidez, creando una estructura renovada.

Después de la “irrupción del volcán” (el parto) las mujeres nos encontramos con el tesoro escondido (un hijo en brazos) y además con insólitas piedras que se desprenden como bolas de fuego (nuestros “pedacitos emocionales”, o nuestras partes desconocidas) rodando hacia el infinito, ardiendo en fuego y temiendo destruir todo lo que rozamos. Los “pedacitos emocionales” van quemando lo que encuentran a su paso. Miramos azoradas sin poder creer la potencia de todo lo que vibra en nuestro interior. Incendiando y cayendo al precipicio, suelen manifestarse en el cuerpo del bebé (como una llanura de pasto húmedo abierta y receptora). Son nuestras emociones ocultas que despliegan sus alas en el cuerpo del bebé rozagante y disponible.

Como un verdadero volcán, nuestro fuego rueda por los valles receptores. Es la sombra, expulsada del cuerpo.

Atravesar un parto es prepararse para la erupción del volcán interno, y esa experiencia es tan avasallante que requiere de mucha preparación emocional, apoyo, acompañamiento, amor, comprensión y coraje por parte de la mujer y de quienes pretenden asistirla.

Sin embargo pocas veces las mujeres encontramos el acompañamiento necesario para introducirnos luego en esa herida sangrante, aprovechando este momento como punto de partida para conocer nuestra renovada estructura emocional (generalmente bastante maltrecha, por cierto) y decidir qué haremos con ella.

El hecho es que -con conciencia o sin ella, despiertas o dormidas, bien acompañadas o solas, incineradas o a salvo- el nacimiento se produce.

Lamentablemente hoy en día consideramos el parto y el post-parto como una situación puramente corporal y del dominio médico. Nos sometemos a un trámite que con cierta manipulación, anestesia para que la parturienta no sea un obstáculo, drogas que permiten decidir cuándo y cómo programar la operación, y un equipo de profesionales que trabajen coordinados, puedan sacar al bebé corporalmente sano y felicitarse por el triunfo de la ciencia. Esta modalidad está tan arraigada en nuestra sociedad que las mujeres ni siquiera nos cuestionamos si fuimos actrices de nuestro parto o meras espectadoras. Si fue un acto íntimo, vivido desde la más profunda animalidad, o si cumplimos con lo que se esperaba de nosotras. Si pudimos transpirar al calor de nuestras llamas o si fuimos retiradas de la escena personal antes de tiempo.

En la medida que atravesemos situaciones esenciales de rompimiento espiritual sin conciencia, anestesiadas, dormidas, infantilizadas y asustadas... quedaremos sin herramientas emocionales para rearmar nuestros “pedacitos en llamas”, permitiendo que el parto sea un verdadero pasaje del alma. Frecuentemente, así iniciamos el puerperio: alejadas de nosotras mismas.

Anteriormente describíamos la metáfora del volcán en llamas, abriendo y resquebrajando su cuerpo, dejando al descubierto la lava y las piedras. Análogamente, del vientre materno, surge el bebé real, y también el interior desconocido de esa mamá, que aprovecha el rompimiento para colarse por las grietas que quedaron abiertas. Esos aspectos ocultos encuentran una oportunidad para salir del refugio. La sombra ( es decir, cualquier aspecto vital que cada mujer no reconoce como propio, a causa del dolor, el desconocimiento o el temor) utiliza el quiebre para salir de su escondite y presentarse triunfante en la superficie.
El problema para la mamá reciente es que se encuentra simultáneamente con el bebé real que llora, demanda, mama, se queja y no duerme... y al mismo tiempo con su propia sombra (desconocida por definición), inabarcable e indefinible.
Pero concretamente ¿con qué aspectos de su sombra se encuentra?. Cada ser humano tiene su personalísima historia y obstáculos a recorrer, por lo tanto sólo un trabajo profundo de introspección, búsqueda personal, encuentro con dolores antiguos y coraje, podrá guiarnos hacia el interior de esa mujer que sufre a través del niño que llora.
El puerperio es una apertura del alma. Un abismo. Una iniciación. Si estamos dispuestas a sumergirnos en las aguas de nuestro yo desconocido.

Criando con Amor
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jueves, 5 de agosto de 2010

0 comentarios 8/05/2010

Recibir afecto materno en la infancia previene la ansiedad de adultos

Escrito por Viviana - Categoria ,
* Las personas que recibieron mucho afecto materno están más capacitados de adultos para hacer frente a situaciones de estrés.
* La mayoría de los participantes demostró unos niveles normales de afecto y sólo uno de cada diez calificó la relación poco afectiva.
* Las experiencias vitales de pequeños influyen en la salud del adulto.
Investigadores de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, aseguran que las personas que durante la infancia recibieron mucho afecto de sus madres están más capacitados de adultos para hacer frente a situaciones de angustia, ansiedad y estrés, según los resultados de un estudio que publica la revista Journal of Epidemiology and Community Health.

Para ello, el estudio contó con un total de 482 personas, de quienes se analizaron sus recuerdos de cuando tenían ocho meses de edad para evaluar la relación de afecto que tuvieron con sus madres.

De este modo, los participantes en el estudio evaluaron "lo bien que lo había hecho la madre" con diferentes parámetros que iban desde una actitud "negativa" a una "exagerada". La mayoría (85%) demostró unos niveles normales de afecto y sólo uno de cada diez calificó la relación poco afectiva.

El estudio se completó con una posterior evaluación psicológica de su salud mental a los 34 años, analizando posibles situaciones de ansiedad o angustia. Así, detectaron que aquellos con un mayor afecto materno eran los que presentaban los niveles más bajos de ansiedad, mientras que quienes no guardaban un recuerdo agradable de sus madres reconocían más momentos de malestar general de adultos.

Los autores concluyen que sus hallazgos demuestran que las experiencias vitales de pequeños pueden influir en la salud del adulto, siendo el afecto maternal el que proporciona seguridad y confianza, permitiendo también desarrollar una vida social más amplia.

Desde | El Mundo
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